Sobre la necesidad de consensuar políticas para la implantación de un sistema de evaluación y acreditación de la calidad de las instituciones universitarias.
Henry Tovar
Se vuelve a plantear la necesidad y la posibilidad de establecer políticas para la creación de un sistema de evaluación y acreditación de las instituciones universitarias. Proponer políticas en materia de creación,
evaluación y acreditación de instituciones universitarias, requiere de la
revisión de los antecedentes sobre el tema. Es importante despejar dudas en
torno a los procedimientos requeridos para concretar la implantación un sistema
articulado, comparable y evaluable, entre instituciones nacionales y por
instituciones universitarias de la región. Por consecuencia, sería fundamental
que abarque a la totalidad de las instituciones nacionales de este sector. A
nivel nacional, se debería buscar coincidir en aspectos mínimos, relacionados
con conceptos, criterios, actores, enmendar despropósitos relativamente
distantes y conocer, con rigor, al margen de voluntariedades sobre la realidad institucional de esos procesos y sobre la situación normativa
nacional y regional. Es un propósito sobre el cual su vuelve, sin generar
pertinentes acuerdos con los actores involucrados. No está claro, si la más
reciente versión del Sistema de Evaluación, Seguimiento y Acreditación (SESA ) están consideradas estas exigencias.
Las instituciones universitarias y en segundo
término en el ente rector del sector universitario, están en deuda con el tema
de la instrumentación de un sistema de evaluación de la calidad. Omitiremos
aquí, discurrir sobre la importancia de la evaluación y la acreditación como procesos fundamentales para el ejercicio de la planificación, la promoción
del desarrollo científico y tecnológico, para transformar los aspectos
indeseables y como instrumento para el intercambio académico y el
reconocimiento de pares e instituciones en la región.
Desde cuando comenzó el boom de la evaluación,
en la década de los ochenta del siglo pasado, las instituciones de educación
superior, como aquí se les llamaba, comenzaron con espontáneos tentativas de
evaluación institucional. Luego, están ampliamente documentadas las
experiencias sistemáticas, realizadas a partir de la década de los ochenta en
la UPEL (1987), LUZ (1995), UC (1997), ULA, USB y UCV, a través de una
experiencia interinstitucional realizada en 1997, las Escuelas de Medicina,
Administración y Contaduría de la UCV (1998), UNEG (2000).[1]
Hubo también iniciativas públicas para normar la evaluación de las
instituciones[2]
y procesos de evaluación para la autorización de su funcionamiento. Es
importante esta digresión, para dejar claro que la evaluación institucional ha
existido en las instituciones autónomas y experimentales, como ejercicio
espontáneo de su funcionamiento, aunque siempre, dependiente de las iniciativas
personales de las autoridades de turno. Nunca por mandatos expresos de la Ley
ni de modo regular y sistemático y referido un modelo consensuado de
universidad.[3]
Se ha carecido, no obstante, de un sistema, que permita la evaluación, la
comparación y el mutuo reconocimiento, primero, entre las instituciones
nacionales, y luego con las instituciones universitarias de la región
Latinoamericana y del Caribe.
Desconozco que mecanismos y cuál nivel de
complejidad hubo para la evaluación institucional en los institutos y colegios
universitarios oficiales, surgidos en la década de los años setenta. Carecemos
de duda, sobre la inexistencia de formas rigurosas de evaluación institucional,
en este mismo tipo de instituciones del sector privado.[4]
Los mecanismos de evaluación siempre estuvieron referidos a la evaluación del
desempeño de alumnos y profesores. A las instituciones oficiales, de este
sector, no se les hacía supervisión, tan sólo un asistemático seguimiento, por
parte del MPPEU, verificable en los archivos de la Dirección de Supervisión y
Seguimiento del MPPEU (2008-2009).[5] Ignoro el nivel de exigencias, en torno a
este tema, en las instituciones de más reciente creación: universidades
especializadas y politécnicas territoriales.
La existencia de una cultura de la evaluación
institucional en universidades autónomas y experimentales, permitió, entre los
años 2009 y 2010, la acreditación de dieciséis programas de grado de diez
universidades. Nueve carreras de Agronomía en Arcu-Sur: UCV, LUZ, UNELLEZ,
UNET, UDO, UNEFM, UNREG, UNESUR Y UCLA, cuatro carreras de Agronomía,
correspondientes a la UCV, LUZ; UNET y USB; tres carreras de Medicina
Veterinaria, Durante estos mismos años se formaron 60 docentes para la
conformación de las Comisiones de Autoevaluación. Este proceso fue posible,
luego de que el Comité de Evaluación y Acreditación de Programas e
Instituciones de Educación Superior (CEAPIES), lograra su incorporación a la
Red Iberoamericana de Acreditación de la Calidad de la Educación Superior
(RIACES) en el 2009 y a la Red de Agencias Nacionales de Acreditación. Durante los años señalados, también se logró
la firma de convenios de asistencia con el Instituto Internacional para la
Educación en Latinoamérica y el Caribe (IESALC) y la Comisión Nacional de
Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), para la capacitación de pares
evaluadores nacionales e internacionales en Agronomía, Arquitectura,
Veterinaria y Medicina. Se realizaron talleres de difusión.
La acreditación lograda por las universidades
autónomas y experimentales, entre los años 2009 y 2010, fue por cinco años,
luego de los cuales no hubo continuidad del Ceapies para la promoción de
procesos de evaluación en otras carreras, por motivos presupuestarios, para
asistir a las reuniones de las agencias regionales de acreditación. Careció de
recursos propios y de apoyo ministerial a las solicitudes de recursos. Hubo
también desconocimiento, de las autoridades, sobre la importancia del
organismo, a pesar de los logros alcanzados. Entre 2012 y 2014 hubo cambios
sucesivos de ministros y de la estructura del ministerio y luego dentro del
MPPEUCT. Al perecer no se consideraron los antecedentes históricos de las
diversas iniciativas, y sus complejidades, orientadas hacia la creación de un
sistema. Desestimaron la información que se les suministró. Estimaban que era
posible hacer procesos de evaluación dentro de las estructuras del ministerio y
al margen de cualquier tipo de vínculos externos. En ese trance, fue suprimido
su funcionamiento y con el concluyeron gestiones y acuerdos de evaluación y
acreditación en Mercosur (ARCUSUR). Finalmente, sus
funciones quedaron inútilmente disgregadas en varias direcciones de las
estructuras creadas desde entonces. El CEAPIES, desapareció, por confusión e
ignorancia, sobre los propósitos propios e indelegables del Comité.
El tema de la evaluación y la acreditación es
una actividad especializada, por determinada complejidad. Los organismos que la
gestionan tienen requisitos de autonomía funcional y financiera, como parte de
las exigencias de calidad de sus propios procesos internos. De hecho,
organismos como el extinto CEAPIES, en la región, son organismos asesores de
alto nivel. Funcionan como agencias especializadas, autónomas y organismos
asesores de los ministros de educación o de las secretarías de la Presidencia de
la República. Pareciera que la primera imprevisión (2008), fue no haber creado
directamente la agencia, conforme a las exigencias de buenas prácticas de las
agencias de evaluación y acreditación regional. La segunda, haber creado un comité
sin una resolución ministerial.[6]
El CEAPIES, nunca tuvo autonomía funcional y menos con autonomía
presupuestaria. Existió, en términos de dependencia, como un Comité de
Evaluación y Acreditación de Programas e Instituciones de la Educación
Superior, adscrito y formalizado, en los artículos 69, 70 y 71 del Reglamento
Orgánico del Ministerio de Educación Superior (MES), publicado en la Gaceta del
07 de octubre del 2008. En el artículo 69, se le define, textualmente, como un
órgano asesor del MPPES constituido como un cuerpo colegiado integrado por
académicos de reconocida trayectoria, cuya función es coordinar procesos de
evaluación y acreditación institucional para garantizar, reconocer promover la
calidad de la educación superior. Estas consideraciones y avales, tampoco
sirvieron para preservar su estructura. La independencia exigida, para
gestionar procesos de acreditación, se fundamenta en la necesidad de que esos
organismos no sean parte interesada de las instituciones solicitantes de
acreditación. Era conocida la provisionalidad de aquella situación. Con la
eliminación de ese ministerio y su fusión con el de Ciencia y Tecnología
desapareció el Comité.
La decisión de crear un sistema nacional de
evaluación siempre ha se ha topado con
vacíos y duplicidades de competencias legales. Por ejemplo, el Sistema de
Evaluación y Acreditación (SEA), hubo de posponer la posibilidad de evaluar a
los institutos y colegios universitarios por no disponer de información sobre
ellas, las cuales carecían de representación en el CNU. Eran parte de otro
subsistema. El SESA constituye una
visión metodológica amplia, pero sigue en suspenso por contradicciones internas,
en medio de las indefiniciones existentes. Replantear la iniciativa de generar
procesos de evaluación y acreditación requiere entonces de claridad con
relación a las competencias institucionales y legales, capacidades y
finalidades. El proceso de evaluación institucional y de carreras debería:
1) Estar organizado, dentro de las instituciones,
por Comisiones de Evaluación institucional, de carreras y de programas.
2) Estar dirigido y supervisado por un organismo
especializado con personal calificado y dedicado a tiempo completo a ese
proceso.
3) Generar procesos de evaluación y acreditación
nacional sobre la base de una concepción de la calidad y un conjunto de
indicadores más o menos correspondientes con esa concepción.
4) Establecer hacia cuál conjunto de
instituciones va dirigido. ¿Es el SESA es un sistema o un subsistema? Es decir,
pretende abarcar a todas las instituciones nacionales, o sólo a las
instituciones dependientes del MPPEU.
5) Establecer si será un ejercicio obligatorio, o
voluntario, para todas las instituciones oficiales y privadas, autónomas y
experimentales e incluso la totalidad de las instituciones dependientes del
MPPEU, incluida Misión Sucre.
6) Elaborar un diagnóstico de las universidades
nacionales y clasificarlas a conforme a sus finalidades, tamaño y capacidades,
previa construcción y consenso de criterios y de los indicadores
correspondientes.
7) Generar manuales de evaluación, indicadores,
reglamentos, cuestionarios y los protocolos necesarios para solicitar procesos
de evaluación nacional y acreditación en los organismos de la región.
8) Cuáles instrumentos legales se requieren para
la implantación del sistema de evaluación: Ley de evaluación y acreditación de
la calidad, reglamentos de evaluación y acreditación, convenios, adhesiones a
organismos de evaluación y acreditación.
9) Debería saberse que todas las instituciones se
pueden autoevaluar, pero dentro de una concepción sistémica nacional, que
permita la comparación y el reconocimiento mutuo.
10) Debería
saberse quiénes son los organismos acreditadores de la calidad y cuáles las
exigencias requeridas para solicitar acreditaciones.
11) Establecer planes anuales de evaluación y
acreditación y acreditación por tipos de institución y carreras.
12) Estimarse
cuál es el costo monetario de la implantación del sistema y de la evaluación y
la acreditación de una institución universitaria, en el contexto de las
limitaciones económicas en la cual estamos.
Evaluar las instituciones tiene por finalidad, transformarlas, crear servicios inexistentes, mejorar sus infraestructuras, crear proyectos para la producción de tecnologías, planes de mejora, y dentro del ministerio, generar metas y procesos de supervisión y seguimiento, lo cual conlleva la necesidad y la posibilidad de la disposición y asignación de recursos.
Las iniciativas, documentos y propuestas desarrolladas
por las universidades desde la década de los ochenta, los proyectos previos de
la OPSU y el propio MPPEU, constituyen un caudal de experiencias, ineludibles de
revisar, como posibilidades de aprendizaje para la concertación de políticas.
Por consecuencia, diremos finalmente, que parece conveniente conocer, con
rigor, las causas de los frustrados propósitos para concretar procesos de
evaluación de grado en la totalidad de las instituciones nacionales, tanto como
la necesidad de generar estrategias para concertar los propósitos mencionados.
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[1] Cadenas
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et al (2006); Velázquez, Ferrer y Clemenza (2001); Villarroel y Mejías (1994).
[2] “Políticas
de desarrollo de la educación superior, referidas a la creación de
instituciones y nuevos programas” Gaceta Oficial 4.735 15-06-1994 Resolución 17
[3] Creación de
la Comisión de Evaluación Institucional de las Universidades (CNU,1983)
[4] La calidad, también es un tema vinculado con exigencias y la existencia
de talento humano y recursos monetarios.
[5] Por testimonio personal durante el tiempo en el cual trabajé en esta Dirección.
[6] Se cita la resolución 3724 del 23 de julio de 2008. Pero esta nombrada
resolución nunca fue citada en los documentos emanados desde el CEAPIES. Salvo
que la misma corresponda al Reglamento Orgánico del MES publicado en Gaceta el
07 de octubre de 2008.
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